DAKAR 2014: ''Me gusta más el rally''


En las últimas largadas del Dakar fue común ver a Federico Villagra dando vueltas por el Village mirando todo el movimiento que la tradicional competencia genera en el lugar en el que se presente. Con la insistencia de José María Volta (hoy parte de la logística del cordobés), el Coyote siempre amagaba con largar la siguiente edición, pero ello no ocurría. Incluso llegó a probar un buggy del piloto sanjuanino Lino Sisterna. Hasta que este año concretó su incorporación y en el más alto nivel dado que no lo hizo en un equipo cualquiera. Se sumó al X-Raid, ése que está conformado por 145 personas, que es la referencia en cada vivac por su impresionante despliegue y forma de trabajar y que tiene a los poderosos y rendidores MINI.

-¿Qué sensación te produce ser miembro de la mejor estructura del Dakar?
-Es buenísimo, aparte todos los integrantes son muy piolas y me ayudan muchísimo en esta primera experiencia. Y eso también es muy importante para mí, le doy mucho valor. Es el equipo número uno del Dakar, no hay dudas.

-¿Y eso puede hacer cambiar tu enfoque deportivo para 2014 y estar más vinculado a ellos?
-Me gusta mucho más el Rally. El Dakar me agrada y disfruto de hacerlo, de ser parte porque es una linda experiencia, pero no sé si me dedicaría a esto full time. Mi prioridad la tiene el Rally Argentino, independientemente de cómo sea el resultado final en el Dakar. Hoy tengo la cabeza en otra cosa y es a lo que me dedico. Al Dakar lo tomo como una experiencia única. Es una carrera más.

-¿Qué es lo que no te termina de seducir?
-Hay cosas que no te permiten disfrutar de otras y es lo que no me convence. Pero así es el Dakar. Y como no sé, ni conozco ninguna etapa, voy día a día. La hoja de ruta no la miro porque como no sabés nada de los caminos, no me sirve de mucho. Otra cosa que me cuesta es que cuando hay mucho polvo en suspensión no podés acercarte al de adelante entonces hay que parar, dejarlo que se aleje y volver de nuevo a atacar. Es un garrón. No podés hacer nada, tenés que ir muy despacio. Eso es medio decepcionante. Tiene cosas que son muy lindas, pero otras que me cuesta acostumbrarme. Completar 70 kilómetros atrás de un auto no es nada divertido.

-¿Ese es uno de los puntos a favor del rally?
-Claro, en el rally salís con una hoja de ruta hecha y con un conocimiento del lugar. Pero acá nadie sabe nada. Se va improvisando a cada momento, mientras se va manejando. Hay muchos factores que hacen que el día sea bueno o no al finalizar la jornada. Y algo que me sorprendió mucho es lo largo que es, al menos este año. Los enlaces son interminables. Eso es lo que me mata. Cuando empezás a preguntar cuánto falta es porque el cansancio te llegó. Además a mí me gusta andar rápido en los especiales, no tener que hacer miles de kilómetros de enlace.

-¿Qué es lo que podés asimilar de tus compañeros de equipos?
-Tengo un muy buen trato con todos. Todos dicen pequeñas cositas que realmente me sirven. Son muy abiertos y es muy valorable y me ayuda mucha. El miércoles después, del cuarto lugar en la etapa que fue de San Juan hasta Chilecito, vino Sven Quandt, el dueño del equipo, a felicitarme por el trabajo que veníamos haciendo. Eso es increíble para mí.

-¿Cómo afrontás la carrera, que es tan particular?
-Lo vine a correr y a hacer de la mejor forma. Me voy dando cuenta de cosas que en mi vida había visto. Ahora las empiezo a entender, como por ejemplo a leer el piso. Voy aprendiendo día a día. Y estoy tomándolo con tranquilidad. Eso me está gustando, pero por el momento es solamente por esta carrera. El futuro dirá. En la parte de Chile quedan etapas con mucha arena y a mí eso me gusta, después de tantos años corriendo en motos no me cuesta. Además, en la carrera que hicimos en Marruecos anduvimos bien. Me entretengo manejando en la arena, no me asusta, al contrario, me divierte.

-¿Qué es lo que más te llama la atención?
-Me sorprende lo que el Dakar genera en la gente. Está todo el país mirando los autos, saliendo a la calle a verlos. El WRC genera eso, pero sólo en la montaña y en Córdoba. 

FUENTE: Revista Corsa